LA FE ADULTA ABRE SU VENTANA:

«Pero, cuando el Hijo del hombre venga, 

¿encontrará la fe sobre la tierra?

(Lc 18,8)

La fe es confiar. Los cristianos confiamos en una serie de afirmaciones: creemos en un Dios Creador, en Jesucristo, nacido de santa María Virgen, en el Espíritu Santo, en todo lo que rezamos en el Credo. Y lo creemos porque nos fiamos de unas personas que nos han transmitido a lo largo de los siglos, de generación en generación, estas creencias; o también porque sentimos una llamada interior que nos empuja, o porque nos arrastra el ejemplo de otras personas; o por varias y distintas motivaciones.  

Pero no basta con eso. La fe necesita actualizarse. Crecemos en todo, en sabiduría, en conocimientos, en experiencia, pero en lo religioso nos conformamos con una fe infantil, la “fe del carbonero”. Hoy, más que nunca, la fe debe convertirse en una fe adulta, que pueda servir mejor a los problemas de hoy. 

Por eso, con los apóstoles, podríamos decir: “Señor, auméntanos la fe” (Lc 17,5).

Ubaldo Rodríguez.

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