IV. EL TRIGO Y LA CIZAÑA
«¿Quieres que vayamos a arrancarla?» (Mt 13, 28b)
Después del relato del sembrador, san Mateo agrupa, en el capítulo trece, seis parábolas del Reino de los Cielos. Esta última expresión la utiliza este evangelista, en lugar de Reino de Dios, por respeto a su sagrado nombre, que no se debe ni siquiera pronunciar. A lo largo de su evangelio la usa veinticinco veces.
Las seis parábolas las inicia con las palabras de “el reino de los Cielos se parece a…” Entre ellas está la del trigo y la cizaña, que solo se encuentra en Mateo: El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla, a la que un enemigo añade la cizaña que, al crecer la hierba, ahoga al trigo. La pregunta clave es: “¿Quieres que vayamos a arrancarla?”
No se puede arrancar. El sembrador prefiere dejar crecer la cizaña con el trigo hasta el momento de la siega. Y entonces cortar la hierba mala y arrojarla al fuego. Parece como una imagen de la separación de ovejas y cabras del capítulo 25 de su evangelio.
Jesús nunca define qué sea el Reino. Por un lado, eso es algo propio de la cultura oriental y semita. De otro, es el oyente el que debe buscar y encontrar sentido a los relatos, averiguar qué se quiere decir en cada uno de ellos. En algunas ocasiones, como esta, el evangelista pone en labios de Jesús una explicación sencilla y detallada de sus palabras.
Marcos en su evangelio (4,26-29), poco después de su versión de la parábola del sembrador, nos hace ver otro parecido del Reino: con la semilla que echa el hombre y que va germinando y creciendo mientras él duerme, sin saber cómo ni por qué, hasta que llega el momento de la siega. Dice Joaquín Jeremías que “el labrador espera con paciencia la hora de la siega; que también la hora de Dios viene sin que se la pueda detener”.
El Papa Francisco, en una de las predicaciones que suele acompañar al rezo del Angelus, se detuvo en la parábola de la cizaña diciendo que Jesús nos dice que en este mundo el bien y el mal están tan entrelazados que cuesta trabajo separarlos. Solo Dios lo hará al final.