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ENCUENTROS DE JESÚS CON LAS MUJERES V

CON LA VIUDA DE NAÍN

«No llores» (Lc 7,13)

Poco después de la curación del criado del centurión, iba Jesús con sus discípulos y mucho gentío camino de la ciudad de Naín. Cuando se acercaban a la puerta,sacaban a enterrar a un muchacho, hijo único de una viuda.

Los milagros de Jesús son, casi siempre, realizados porque hay una petición. No ocurre así en las tres resurrecciones que narran los evangelios. En el caso presente,hay un encuentro casual a las puertas de la ciudad. Y cuenta san Lucas que, al ver a la viuda, «el Señor se compadeció de ella y le dijo: “No llores“». Es Jesús quien fuerza el encuentro movido por su misericordia.

El profeta de Galilea sabía de la triste situación de las viudas, con singular protección junto al huérfano en todo el Antiguo Testamento. Tanto la Torá como los profetas se vuelcan especialmente en la atención de ambos.

Es un relato de la tradición propia lucana. No se encuentra en los otros evangelistas. Cuando el hijo es devuelto a su madre nos dice el evangelio que hay una especie de epifanía provocada por el temor de los presentes ante el hecho ocurrido.

Dice Miguel de Burgos (Sedientos de su palabra) que, «en realidad, el profeta de Galilea todavía no puede “resucitar” a alguien en el pleno sentido de la palabra; lo que hace es “devolver” su hijo a esta madre, su apoyo, porque no tiene otra cosa».

El hijo de la viuda vuelve a la vida para volver a morir en su día. La resurrección vendrá más adelante.

 

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