LA ESCUELA DE SILENCIO ABRE SU VENTANA:

La redención

La redención en sentido evangélico significa que Jesucristo ha atravesado con su padecimiento la gran zona oscura de toda la humanidad. Él nos invita a acompañarlo. Él nos lleva a través de nuestros aspectos sombríos. Bastará para ello que estemos dispuesto a cargar con nuestra cruz y a padecer este sufrimiento. San Pablo habla de que está dispuesto a llevar siempre en su cuerpo el padecimiento mortal de Jesucristo, para que su resurrección se haga realidad en su cuerpo. (2 Cor.4, 10)

El hombre está en la tierra para ser redimido. Cuando todo lo tenebroso dentro de nosotros se haya disipado, seremos recibidos en el eterno amor divino. Cuando esta zona oscura en nuestro interior haya sido redimida a través del sufrimiento, podremos contemplar a Dios cara a cara. Esta es la meta de la vida terrena.

Estamos en el mundo para hacer que se rediman los aspectos oscuros en nosotros y en los demás. Sólo el amor logrará hacerlos desaparecer. Cuando un ser humano recibe amor, podrá ir admitiendo estos aspectos oscuros cada vez más, logrando así su redención. Quien recorre este camino, no lo hace únicamente para sí, sino también para los demás. Si alguien desea ayudar en este proceso de rendición, deberá irradiar amor. Se equivoca quien crea que podrá colaborar con su ayuda en la redención del prójimo sin someterse él mismo intensamente al proceso de redención. Todo hombre irradia lo que es. Todo trabajo con seres humanos dependen mucho más de la purificación personal que de las actividades que se hagan en este sentido, sean las que sean.

Preguntas para la reflexión

  1. ¿Para qué crees que está el hombre en este mundo?

  2. ¿Aceptas tus lados oscuros o te revelas ante ellos?

  3. Tú, ¿Qué irradias? Cuando alguien que no te conoce te ve ¿Qué es lo primero que crees que siente o piensa?

Carolina.

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