LA FE ADULTA ABRE SU VENTANA:

Tres jueves tiene el año

que relucen más que sol:

Jueves Santo, Corpus Christi

Y el día de la Ascensión.

Tengo claro que hay que vivir el presente. Pero en estas fechas tan señaladas me asaltan recuerdos de una vivida Semana Santa. Y, entre esos recuerdos, ¡las veinticinco campanas de la Giralda! En estas celebraciones, jugaban un papel importante. Desde la santa María (mirando al Norte) a la santa Cecilia, porque todas tenían (y tienen) nombre, señalaban en qué momento litúrgico estábamos. Tenían su lenguaje. Así, podía haber un silencio absoluto. O un revoloteo triunfal. Nos podían hablar de la tristeza de Getsemaní o del triunfo del Sábado de Gloria. Podían (y pueden) trasladar al corazón aquellas palabras de “los amó hasta el extremo”. Nos podían revelar el Amor Consumado.

Y, al lado de las benditas campanas ¡la matraca! Su sonido nos encogía el ánimo y nos decía que algo muy grave había pasado. La escuchábamos con el anhelo de que pronto sería sustituida por una eclosión de las campanas de volteo.  

Ubaldo Rodríguez.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

¡Conéctate con tu parroquia!