Ahora, que todos llevamos varias semanas mirando la vida desde nuestras ventanas, ahora, que nuestros deseos de libertad se acrecientan e impacientan al compás de una tensa y larga espera, ahora, que las plazas y parques de nuestra ciudad están huérfanas de esas bullas y encuentros sociales tan nuestros, ahora, quizás ahora, en la quietud domiciliaria de este inesperado encierro, toca abrir otra ventana distinta a aquélla que da a los naranjos y callejuelas de nuestra Sevilla para, abrumados por una calma imposible en la vorágine de nuestra cotidianidad, secuestrada y Dios sabe que añorada, miremos hacia nuestro interior para valorar aquello que, no por habitual, deja de ser extraordinario.
Ahora, desde esa ventana del ojo patio de nuestra alma, reconocemos con nitidez el esfuerzo de nuestros paisanos, sanitarios, agricultores y fuerzas y cuerpos del orden, entre tantos, que siempre estuvo ahí, y solo hemos sabido calificar de héroes cuando verdaderamente han sido imprescindibles, ahora, recordamos el último beso o abrazo a nuestros familiares y amigos, y no sabemos seguir el curso de nuestros días sin volverlos a repetir, ahora y sobretodo ahora, la expresión “la salud es lo primero”, ha dejado de ser una frase manida que, de tanto repetida por inercia, había quedado hueca.
Por ello, ahora, en este trance, invito a reflexionar, especialmente a los cristianos que proclamamos seguir las enseñanzas de Jesucristo, si tiene sentido instalarse en la queja constante por todo aquello que no podemos hacer, cuando, diariamente, y a causa de esta pandemia que nos asola, fallecen cientos de miles de seres humanos que no tendrán siquiera la oportunidad de pensar en cómo serán sus vidas después de esta crisis. De modo que, sumergidos en el gozo de la Pascua de Resurrección, animo a todas aquellas personas que estáis tras la ventana, a abrirla y dejar que pase el aire un instante, para rezar una oración por aquellos que se han ido, y otra para dar gracias a Dios por darnos la Esperanza de soñar con un mañana que, si ÉL quiere, será tan ordinario como acostumbraba.
Javier Zambrano.