LA HERMANDAD DE LAS CIGARRERAS ABRE SU VENTANA:

VALORAR LO POCO VALORADO.

De todas las experiencias que nos ocurren a lo largo de nuestra vida, hemos de hacer autocrítica para aprender y reflexionar acerca de esa vivencia con el objetivo de la mejora personal. Y centrándonos en la esfera espiritual, como seguidores de Cristo que somos, no solo analizar lo aprendido, sino realizar un propósito que nos acerque más a Él y dar gracias por los dones con los que nos premia.

Son más de 40 días (número marcado en las Sagradas Escrituras) los que nos están sirviendo para clarificar lo que verdaderamente precisamos y que nada tiene que ver con lo que la sociedad demanda como necesidad. Privados de libertad, nos sentimos presos y aislados desde hace semanas. Es entonces cuando te paras a pensar y sabes que solo Dios está contigo, atravesando las barreras físicas que te separan del exterior. La fuerza de la oración comienza a ponerse en primera línea de batalla para hacer frente a la situación. Es el arma principal de la que disponemos, que nos acerca al Todopoderoso en cualquier momento y lugar. Pero nos siguen faltando los sacramentos del perdón y la comunión (aún teniendo la espiritual). Eso que llevamos haciendo desde pequeños casi de forma rutinaria, se ha convertido ahora en una verdadera necesidad. Los besos a tus hijos y esposa han desaparecido por temor a la enfermedad. El abrazo a la familia está muy lejano y más si se trata de nuestros mayores a los que no podemos ni ir a visitar. Unos mayores que han quedado incluso privados de lo más grande que tiene el ser humano, su dignidad, careciendo a veces de la asistencia necesaria para vivir sus últimos días. Todo está siendo duro como lo fue en el Monte Calvario. Familias que no han podido despedirse de sus seres queridos, están viviendo una soledad solo comparable a la que vivió María al pie de la cruz.

Ahora parece que ya nos va quedando claro lo que es verdaderamente importante. La rutina se ha convertido en una dispensa, el trabajo en riqueza, la salud en privilegio y el abrazo a los amigos en un verdadero regalo que todos añoramos con alcanzar de nuevo.

Como dije al principio, reflexionemos sobre lo que estamos viviendo y aprendamos a dar valor a lo hasta ahora poco valorado.

Alfonso Morón Rubio.

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