LOS SACERDOTES ABREN SU VENTANA:

Cinco visitas al Santísimo

Primera visita. Por la paz

Te adoro profundamente, Jesús sacramentado, y te reconozco por verdadero Dios y verdadero Hombre; cuando apareciste en tu nacimiento, los ángeles gritaban “¡gloria a Dios en el las alturas y paz a los hombres de buena voluntad!”(Luc 2,14) Y cuando te despedías de tus discípulos les recomendabas vivamente; “¡mi paz os dejo, mi paz os doy!” (Juan 14,27) Es el saludo que iniciaba los encuentros con los discípulos contigo resucitado y su deseo ante tu presencia.

Paz, paz, tu deseo más profundo. Vienes como “shalon haberim, (Juan 20,21) como bien, derramando a tu alrededor ese sentimiento. Y es lo que hace tu Espíritu Santo en nosotros (Roma 8,6). Y es que tu reino proclamado, es el de los hijos de tu Padre que se quieren, viven y fomentan la paz (Mat 5,9).

Perdona Señor, nuestras guerras personales, nuestras tensiones negativas. Que, a pesar de todo, nosotros, contigo, como Tú, como los hijos de Dios, trabajemos por la paz. Lejos de nosotros todo tipo de violencia o desamor. Bendito y alabado sea en todo momento el santísimo Sacramento. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Segunda visita. Por el amor

“Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado” (Juan 15,12). Y “si yo no tengo amor, nada soy” (2 Cor capítulo 13). Y si tengo tu amor, esa fuerza marcará las direcciones de mi vida en uno u otro camino. Tu lo tenías claro. Venías como salvador, como liberador de mis amores tan débiles, tan zarandeados por los intereses y los conflictos (Juan 3,17). Señor Jesús sacramentado. Nos falta amor. O por lo menos, me falta cantidad de él.

Necesitamos que nos otorgues un amor que sea gratuito, constante, sacrificado, amplio, comprometido hasta el final (Juan 15,13) extensible lejos de mis propios límites. Como Tú,” por todos”; Tú  decías que absolutamente todos, somos hijos del mismo Padre.

Perdón, Señor, por las faltas de amor mías y del mundo actual, Mete en nuestro corazón sentimientos eficaces de perdón, ayuda efectiva y solidaridad con todos los hombres. Como hiciste Tú y nos invitas a seguirte, Bendito y alabado sea en todo momento el santísimo Sacramento. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Tercera visita: la justicia

¡ Ay, Señor, tu hablabas siempre de justicia!: .”¡ Buscad el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura! (Mateo 6,33). Y hablar de justicia es cumplir la Ley del amor por la justicia es hablar de integridad, incorrupción, de honradez personal y colectiva. Es pasar de la maldad que nos envuelve a la honradez vital. Es vivir, en definitiva, éticamente y no en el fraude, la trampa y la hipocresía. Justicia es tratar a los hermanos como hijos del mismo Padre y como se merecen.

¡Cuánto nos hace falta la justicia! ¡Ven Señor y entra en nosotros con tu ejemplo! ¡Tú eres el justo, el honrado, el honesto, el insobornable, el recto, el intachable! ¡Cuánto tenemos que aprender de tu Corazón!

Perdona nuestros fallos a veces garrafales contra la justicia. ¡Venga a nosotros tu Reino! , Bendito y alabado sea en todo momento el santísimo Sacramento. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Cuarta visita; la libertad

Todos queremos libres, todos amamos la libertad, la gritamos y, sin embargo, no la acabamos de poseer…Tú sí que eras libre. Libre frente a la Ley cuando te parecía injusta o imperfecta. Libre frente a la vanidad, el dinero o el qué dirán. Entregaste tu vida libremente y no temías ni siquiera una muerte humillante y sangrienta, aunque te costara sudor y lágrimas su horizonte. Libre frente a engaños, halagos o amenazas…Tu mismo decías que “la verdad os hará libres (Juan 8,36) Y Tú, Señor, lo fuiste.

Ante tanta libertad y dignidad, me siento acomplejado ¡Tantas cosas, personas, acontecimientos me atan, me impiden volar! Hay mucha manipulación que acepto, miedos que a veces me atenazan, faltas de valentía, y resistencia a reconocer mis evidentes fallos y pecados. Es el gran pecado de nuestra sociedad. O esclavizamos o nos dejamos esclavizar. Y hoy día día hay tantos pueblos aún esclavos sin una libertad elemental…

Corazón de Jesús, ¡venga a nosotros tu Reino de Libertad! Haznos gustar un poco de tu libertad, tu que eres el auténtico. Bendito y alabado sea en todo momento el santísimo Sacramento. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Quinta visita: la verdad

Corazón de Jesús latiendo fuertemente ante la amenaza de Pilatos: ·Tú lo has dicho: soy Rey, pero rey de la verdad”.” Por eso y para eso has venido, para dar testimonio de la verdad (Juan 18,33-37) Confesión valiente, sincera, comprometida. El pobre Pilatos no estaba preparado para conocer la verdad. Por eso, condenó a Jesús y tuvo su primera constatación de la mentira: se lavó las manos…y condenó injustamente a Jesús.

Jesús, tú fuiste siempre veraz, sincero, leal a tus compromisos, auténtico, comprometido con la verdad, nunca disimulaste. Siempre te vieron tus discípulos como alguien en quien se podían fiar. Valiente defensor de los más débiles injustamente tratados. Nunca halagaste a nadie por quedar bien.

Pero nosotros no. No somos así, Confesamos nuestra admiración por ti, que ya supone una auténtica gracia. Pero necesitamos tu impulso hacia la verdad que nos hará libres para seguirte. Corazón de Cristo, tan comprensivo con los desamparados, ¡ayúdanos a vivir en la verdad de nuestro propio corazón y en nuestro compromiso personal, social, colectivo, político! ‘Venga a nosotros tu reino de la verdad!  Bendito y alabado sea en todo momento el santísimo Sacramento. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Leonardo Molina S.J.

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