El Señor es mi Pastor (Salmo 23)
La liturgia de adviento repite muchas veces el salmo que ya había iniciado la fiesta de Cristo Rey. Es fundamental. Anima nuestra auténtica esperanza, tantas veces zarandeada por las abundantes epidemias que nos llegan. Ahora hay que interiorizarlo.
Y es que la meditación habla: El Señor es mi dirigente, que me lleva siempre a buenos sitios. Nunca a malos.
Me aconseja. Me regaña. Me orienta. Me abre caminos. Se preocupa personalmente de mí. Me conoce, “mis entradas y salidas”.
Me llena de esperanza…” ningún mal temeré” Me tranquiliza. Me serena.
Yo puedo abandonarlo, no seguirlo nada más que a medias…lo que sea: Él, como fiel pastor, nunca me abandona. Eso nos comunica. Pide fe, confianza.
Es meditación propia de Adviento
Pero es que el Buen Pastor, también ayuda en los valles (cañadas) oscuros, tan presentes en muchas circunstancias de nuestras vidas. Todo se vuelve oscuro, sin horizontes claros, la depresión, la ceguera es horrible y…- la conozco – hasta deja a uno sin ganas de vivir…
Entonces…cerrar los ojos, apretar los dientes y rezar…” Nada temo, porque tú estás conmigo” …eres mi buen guía, pastor. No como otros…
Me defiendes en medio del desierto en que a veces se convierte mi vida, cuando mis enemigos aparecen con pleno poder.
¿Y cuáles son esos enemigos?
Unos los tenemos dentro de nosotros: desganas, perezas, egoísmos, rencores ocultos, impaciencias, derrotismos, poca confianza en Dios, ingratitud, mal carácter… es imposible que yo cambie (cada uno sabrá)
Otros vienen de fuera: no nos tratan como deberían, consumismo descarado, dejarse llevar de la propaganda fácilmente, los chismorreos sin fundamento, la fidelidad al grupo social sin discernimiento, a la política…Inconvenientes en la Iglesia: escándalos de pederastia, corrupción de dinero, rutinas, hipocresías; nos afectan y hacen tambalear nuestra fe. Y las persecuciones…y el mal en el mundo que parece irrebatible.
El Buen Pastor nos defiende de los enemigos, nos ayuda, nos hace libres frente a su acoso, nos llena de paz la fidelidad, aunque – a juicio de los demás – no sea bien vista.
Recordad los ocho caminos para ser felices del sermón del monte (Mateo 5, 2-12) Ya los estudiaremos detenidamente.
A veces tarda el Señor en venir, …demasiado…nos prueba seriamente cuando no estamos prevenidos.
“Su bondad y su misericordia nos acompañan todos los días de nuestra vida”. Y “habitaré en la casa del Señor por años infinitos”…
¡Vaya remate!
Leonardo Molina sj