Las Antífonas de la O, compendio del Adviento.
El rezo litúrgico de la tarde o “vísperas” incluye siempre el recitado o canto del Magnificat de María, su cántico de alabanza a Dios cuando va a visitar a su prima santa Isabel. Este cántico del Magníficat se introduce y concluye con una antífona que, los días anteriores a la Navidad, tiene categoría y características especiales. Son las llamadas “antífonas mayores” o “antífonas de la O”. “De la O” porque todas ellas empiezan con la exclamación “Oh”, que en latín se escribe sin hache. Esto mismo ha dado origen a la advocación de “Santa María de la O”, y al nombre “María de la O”. Virgen de la Esperanza.
Estas antífonas recorren la semana anterior a la Navidad. Son, por tanto, siete; desde el día 17 al 23 de diciembre. Se compusieron hacia los siglos VII-VIII, y todas ellas cantan a Cristo esperado por todos los pueblos, así como las ansias con que la Iglesia anhela su venida.
“Son breves oraciones dirigidas a Cristo Jesús, que condensan el espíritu del Adviento y la Navidad. La admiración de la Iglesia ante el misterio de un Dios hecho hombre: «Oh». La comprensión cada vez más profunda de su misterio. Y la súplica urgente: «ven»
Cada antífona empieza por una exclamación, «Oh», seguida de un título mesiánico tomado del Antiguo Testamento, pero entendido con la plenitud del Nuevo. Es una aclamación a Jesús el Mesías, reconociendo todo lo que representa para nosotros. Y termina siempre con una súplica: «ven» y no tardes más[1]” El orden es el siguiente, según la exclamación inicial:
O Sapientia = Sabiduría
O Adonai = Señor, Dios
O Radix = Raíz
O Clavis= Llave, clave
O Oriens = Sol de Oriente
O Rex =Rey de las naciones
O Emmanuel = Dios con nosotros
Leyendo, a partir de la última antífona, las iniciales después de la exclamación “O”, se forma el acróstico “ERO CRAS”, esto es “seré mañana, vendré mañana”, que es como la respuesta del Mesías a la súplica de sus fieles.
Por toda esta riqueza espiritual, las antífonas mayores han sido siempre muy del gusto de los religiosos y monjes. La paráfrasis poética es del agustino recoleto José Antonio Ciordia.
Día 17 de diciembre
Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, ¡ven y muéstranos el camino de la salvación!
¡Oh Sabiduria! Saliste de la boca del Excelso y engendras a tu voz las cosas todas, ordenas en belleza el universo y tejes con amor la humana historia.
Levanta en mi interior jardín de flores con el calor que irradia tu Palabra: en orden pon el caos de pasiones que arrastran mi existencia hacia la nada.
Concédeme, Señor, gustar tu ciencia y hallar en mí sabrosa tu presencia.
Día 18 de diciembre
Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley, ¡ven a librarnos con el poder de tu brazo!
¡Oh Adonai La zarza del Horeb que, en luz y fuego, al siervo Moisés de Dios hablara se muestra imagen fiel de tu misterio: de ser calor, espíritu y Palabra.
Voz eres celestial que a todos llama y fuerza universal que todo eleva y fuego abrasador que en viva llama al mundo entero en torno a ti congrega.
Tu voz la nuestra sea, creadora, y nuestra, la pasión que te devora.
Día 19 de diciembre
Oh Renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones, ¡ven a librarnos, no tardes más!
Oh raíz de Jesé. Volvió a reverdecer el trono antiguo; de su raíz brotó la flor más bella: gimieron consternados los Abismos y el cielo despertó legión de estrellas.
Pastor de las naciones y los pueblos. Enseña fulgurante, Vara enhiesta: dirige poderoso hacia tu Reino a cuantos ya se alegran con tu vuelta.
Estrella tuya soy, lucirte quiero y ser en ti, jugosa Vid, renuevo.
Día 20 de diciembre
Oh Llave de David y Cetro de la casa de Israel, que abres y nadie puede cerrar, cierras y nadie puede abrir, ¡ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas y en sombra de muerte!
¡Oh llave de David! Sagrado Cetro, en donde Dios ejerce sus poderes: recibes en herencia los misterios y entregas sus riquezas al que quieres.
Si cierras Tú, cerrados permanecen, y quedan manifiestos si los abres: al hombre sin orgullo entrada ofreces y ocultas su valor al arrogante.
Desata al pecador de su pecado y da tu libertad al que es esclavo.
Día 21 de diciembre
Oh Sol que naces de lo alto, Resplandor de la Luz Eterna, Sol de justicia, ¡ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte!
Oh sol naciente. Tú, Luz de Luz y Sol de eterno brillo, fulgor ardiente que ciegas las Tinieblas: mantén tu curso fiel en el designio de convertir en luz la obscura tierra.
Pues somos noche y hálito de barro, cuán densas son las sombras en el alma y cuántas las caídas en los pasos si Tú no vienes pronto ¡y nos salvas!
¡Alumbre el resplandor de tu mirada las niñas de mis ojos fatigadas!
Día 22 de diciembre
Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo, ¡ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra!
¡Oh Rey de reyes! Oh Rey de reyes, Fin de las edades; Sillar fundamental del reino nuevo, que rompes con tu cetro las ruindades que hicieron enemigos a los pueblos.
Encanto de profetas y de sabios, Anhelo de las islas más distantes, que animas con el Soplo de tus labios al hombre que del barro modelaste:
Renueva en tu poder al hombre viejo y trae a tu redil a los dispersos
Día 23 de diciembre
Oh Emmanuel, Rey y Legislador nuestro, esperanza de las naciones y salvador de los pueblos, ¡ven a salvarnos, Señor Dios nuestro!
¡Oh Enmanuel! Y dijo nuestro Dios: “Iré con ellos: pondré sobre mis hombros su destino, seré su Hermano, Padre y compañero y haré su corazón igual al mío!”
Seremos ?como esposos? una carne; en ellos grabaré mi Testamento; mis venas llevarán la misma sangre: tendremos en común el aposento.
Yo con vosotros; id, contadlo presto ¡que soy el Enmanuel, hermano vuestro!
El cielo dio su Rocío; la tierra rompió su entraña, la Virgen espera un Niño: ¡nacer lo veréis mañana!. “Ven, señor, Jesús”
¡Ven, ¡Señor, no tardes, ven, que esperamos, ven pronto, Señor!
En un tiempo de tantas necesidades materiales y espirituales, la Iglesia (las comunidades, lloran y esperan y claman. Jesús es la clave. Nuestros grupos gritan, llaman y …se llenan de alegría: tenemos a Jesús, el Mesías, el Señor.
Leonardo Molina García SJ.