Tiempo de Pascua, tiempo de alegría en un momento difícil de confinamiento.
Voy a narrar un suceso que me ha conmovido y muestra la fe de unos padres y su afán por educar con el ejemplo a sus hijos. Todos estos Domingos se reúne la familia (Mamá, Papá y 3 hijos entre 12 y 16 años) alrededor del televisor para oir y ver la Santa Misa. A todos les cuesta, pero a los hijos se les va haciendo más difícil con el paso de las semanas. Para solucionar en lo posible la pereza y la desgana, los padres se visten de la manera más elegante posible, casi como si fueran a una boda y piden a los hijos que al menos se presenten como un Domingo cualquiera, pero no en zapatillas, ni tumbados en la butaca. Unos minutos antes piensan en las intenciones de la Misa: de cada uno, de la familia en bloque y de la Iglesia universal. Ruegan silencio y contestar a las oraciones. Se arrodillan en la Consagración y rezan una Comunión espiritual en el momento de la Comunión. Tras la Misa procuran tener una comida algo extraordinaria, dentro de sus posibilides. No todo sale bien siempre, hay veces que algun@ está enfadad@ o rebelde, con ganas de hacerse notar, pero van consiguiendo que se mantenga el clima de piedad. Esto es la verdera realización de la Iglesia Doméstica. No dudo que el día en que salgan del confinamiento participarán en la Eucaristía con un grandísmo gozo. Y mientras, fortalecen su fe, el Espíritu Santo actúa sin duda, se unen como familia y como parte de la Iglesia viviendo la realidad de la Comunión de los Santos. Con sus dificultades, me consta que es una familia verdaderamente alegre.
Luis Gaisse.