Viernes 4ª Semana Cuaresma.
Lectura del santo evangelio según san Juan (7,1-2.10.25-30)
En aquel tiempo, recorría Jesús Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas. Una vez que sus hermanos se hubieron marchado a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas. Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron: «¿No es este el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que este es el Mesías? Pero este sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene». Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó: «A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino que el Verdadero es el que me envía; a ese vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado». Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.
Reflexión
Se acercan los días de la Pasión del Señor, en dos semanas estamos celebrando el Viernes Santo, la Muerte del Señor. Gesto de amor inmenso en el que Jesús da la vida por nosotros, cumpliendo la voluntad del Padre, bajando a los infiernos del dolor físico y psicológico del abandono, la burla y la traición, para llenar de sentido esos sinsentidos humanos y para que, cuando nosotros los vivamos, podamos encontrarnos con Jesús en nuestras heridas. La redención consiste en que no hay experiencia humana que Jesús-hombre y Dios- no haya vivido y, por lo tanto, no sea susceptible de llenarse de Cristo.
En cualquier experiencia humana, puedes encontrarte con Jesús porque Él la acompaña, te ayuda a vivirla, está ahí contigo. En la alegría, en el gozo, en la paz, en la belleza, en la armonía…, te encuentras con el Señor. Pero también en la enfermedad, en la tristeza, en la soledad, en la burla, en el fracaso, en el abandono…, porque Él los vivió y los llenó de su presencia para siempre. Nada escapa a la presencia de Cristo, nada hay que puedas vivir ajeno a Él.
Jesús, ayúdame a buscarte en los momentos más oscuros de mi existencia. No permitas que los viva solo, sin Ti porque tu entrega no fue en vano, tu pasión conforta las mías, tu amor por mi llega hasta lo más hondo y duro de mi existencia. Por eso, yo quiero acompañarte en tu Pasión para darte gracias, para agradecer tu amor por mi. ¿Qué puedo hacer por ti?
Pedro Paz.