En el camino hacia Pentecostés nos vamos a encontrar con la fecha del Primero de Mayo, Día Internacional del Trabajo, declarado por Pío XII como Día de san José Obrero. La Doctrina Social de la Iglesia es un compendio de la dignidad de la persona humana, del valor del trabajo y de la postura que mantiene en sus defensas.
Hay una parábola en el evangelio de san Mateo, capítulo 20, llamada “de la viña” o también “de la hora undécima”, que me ha costado mucho trabajo entender. A pesar de las muchas interpretaciones que se han formulado. Ya sabéis: un propietario manda en cinco momentos del día jornaleros para su viña; a la hora de pagarles da a todos un denario, lo convenido con los primeros; como empieza a pagar por los últimos (que reciben el denario), los restantes piensan que ellos percibirán más. Y no es así: un denario. ¿Es el amo justo?
Es difícil de entender si no cambiamos nuestra manera de pensar. Dice Carlos González Vallés, en uno de sus libritos, con su gracia habitual, que nos cuesta entender porque “tenemos almas de contables”. Pensemos que lo que mueve el Reino de los Cielos no es el mérito, sino la gracia; que la Biblia destila, principalmente, justicia distributiva, que no retributiva. El amo eligió pagar de acuerdo a las necesidades de sus jornaleros. Pagó según la gracia, no según la deuda”. “Gratis et amore”.
El Papa Francisco, en un encuentro en Cagliari, dice: «El Evangelio nos enseña que el Señor es también justo con los trabajadores de la última hora, sin perjuicio de lo que es “justo” para los trabajadores de la primera hora. La diferencia entre el primer y el último trabajador no merma la remuneración que todos necesitan para vivir. Este es el “principio de bondad” gracias al cual, también hoy en día, se consigue que no le falta nada a nadie y que fertilicen los procesos de trabajo, la vida de las empresas, las comunidades de trabajadores».
Ubaldo Rodríguez.